AVIDEZ FATÍDICA

Anhelas fatídicamente tu destino, cueste lo que cueste. Es difícil afrontar el dolor del aislamiento, el dolor de la soledad, el dolor de la duda, el dolor de la vulnerabilidad que supone controlarse en cualquier medio. Sabes cuando se acerca esto. Lo sabes cuando recorres las calles hora tras hora. Cuando llega la inquietud, cuando te obsesiona una idea, algo que no consigues plasmar.

martes, 30 de agosto de 2011

Historia de la olla y la copa

Aca un videito de la historia de una olla...

historia de la olla y la copa
En los primeros momentos de la humanidad, el hombre, movido por el instinto de calmar la sed, no debió ir más allá de inclinarse sobre charcos, ríos o arroyos, para beber directamente o, todo lo más, ayudarse con las manos. Después vendría el uso de conchas marinas, cáscaras de frutos, cuernos de animales u otros utensilios impermeables proporcionados directamente por la naturaleza.

Luego, cuando el hombre se vuelve sedentario, empieza a experimentar con lo que le rodea y surgen los primeros útiles de fabricación propia. Primero fue el barro cocido y más tarde esmaltado, después el cobre y el estaño para los pobres y el oro y la plata para los ricos. Es a partir de esta época cuando se inicia la historia de las copas.

Los descubrimientos arqueológicos evidencian el uso que de las mismas ya hicieron los griegos y romanos, y cómo gustaban de labrar y adornar sus copas ricamente, en muchos casos con dibujos referentes al vino. En aquel primer período, las copas eran símbolo de lujo y poseerlas señal inequívoca de un elevado estatus social. No se sabe a ciencia cierta ni cómo, ni dónde, ni cuándo se descubrió el vidrio, este material que tan práctico y efectivo iba a resultar para la humanidad. Lo más acertado parece situar sus primeros pasos en la época fenicia. Lo que sí se sabe con certeza es que los egipcios, unos 1.500 años antes de Cristo, ya conocían el vidrio, y que el pueblo persa, bajo el reinado de Alejandro Magno, hacía ya uso habitual de utensilios fabricados con él.

En el siglo I ya existían rudimentarias vidrierías en Francia e Italia. Sin embargo, al iniciarse la Edad Media, como tantas otras cosas, el desarrollo del vidrio sufrió un fuerte frenazo. De hecho, durante el medievo, el vidrio no sólo se estancó, sino que casi se olvidó. Los árabes adoptaron e impulsaron las técnicas del vidrio. Así, durante los siglos XIII al XV, de la ciudad de Damasco surgieron preciosos ejemplares esmaltados, que más tarde servirían de modelo a los vidrieros italianos.

En el Renacimiento, el vidrio alcanzó cotas muy elevadas. Surgieron en Venecia excelentes maestros vidrieros y sus continuas investigaciones con el vidrio les llevó a conseguir una versión blanca bastante pura, que dio lugar al prestigioso “cristal de Venecia”. Este “cristal de Venecia” alcanzó una enorme popularidad y su fama corrió como la pólvora. Fue en el último tercio del siglo XVI cuando apareció un tipo de copa más o menos estándar, de traza esbelta, con forma de cáliz montada sobre un pie. Fueron los ingleses, sin embargo, los que se apuntaron el tanto del descubrimiento del cristal, en el siglo XVII, al añadir a la pasta vítrea óxido de plomo. Al principio, las formas y tamaños de estas nuevas copas de cristal inglés seguían cánones venecianos. El elemento de la copa que más variedades experimentó fue el tallo, no sólo porque ofrecía más posibilidades experimentales, sino porque había que contrarrestar de alguna manera la fragilidad de esta parte de la copa.

A lo largo del siglo XVIII se desarrolló todo un muestrario de modelos de copas de cristal, que se irían estilizando con el paso de los años. Las primeras piezas de cristal labrado fueron dando paso a otras más finas y ligeras. Por otro lado, las copas de color se comenzaron a utilizar para enmascarar la turbidez de los vinos blancos. Durante el siglo XIX, los alardes decorativos de las copas disminuyen considerablemente y se empiezan a desarrollar formas y tamaños según el vino, una idea que no tardó en imponerse. Será a mediados del siglo XIX cuando las mesas bien decoradas pasen a ser una cuestión de buen gusto. Por esos años se comienzan a disponer las vajillas, cubiertos y cristalerías para cada comensal con una distribución meditada, buscando la armonía y la estética del conjunto

HISTORIA DE LAS OLLAS
Instituto de los Andes - Panel: Instrumentos
OLLAS Y CACEROLAS DE PORCELANA (Alemania, 1788) - El primer utensilio de cocina fabricado en América fue una olla de hierro forjado que data del año 1642, la hoy famosa Saugus Pot, producida en los talleres Saugus Iron Works, en la vieja ciudad de Lynn, en el estado norteamericano de Massachusetts.
Esta olla, de tosca silueta, provista de tres patas, con una tapadera y una capacidad de poco más de un litro, marcó el comienzo de la industria de utensilios culinarios en Norteamérica, puesto que antes de esa fecha todos los artículos metálicos en la cocina de un colono eran de importación británica.
Al tiempo que las fundiciones norteamericanas empezaban a producir ollas de hierro negro y con áspera superficie exterior, la industria alemana se orientaba hacia algo totalmente nuevo y, al parecer, muy poco práctico para las cocinas: la porcelana.
En el año 1750, el inventor Johann Heinrich Gottiob von Justy sugirió recubrir el tosco exterior de las ollas y cacerolas de hierro, con los lisos y lustrosos esmaltes utilizados desde hacía largo tiempo en joyería. Sus críticos arguyeron que la delicadeza del esmalte de porcelana no podría resistir el uso en la cocina, pero Von Justy contraatacó con el hecho indiscutible de que cientos de antiguos artefactos de porcelana, habían conservado su brillo y su dureza durante siglos, y que ciertos ornamentos egipcios databan del año 1400 a.C
En el año 1788 la fundición Konigsbronn, en Württemberg, produjo los primeros cacharros de cocina provistos de un resplandeciente acabado de esmalte blanco. Este descubrimiento inició una nueva era en los utensilios culinarios, procurando a las amas de casa una amplia variedad de utensilios que podían limpiar con mayor facilidad que todo lo conocido hasta entonces. La porcelana fue el teflón del siglo XVIII.
Sin embargo, estos innovadores de la porcelana no habían previsto la reacción del público. Aquellas ollas, cazuelas y cacerolas relucientes eran demasiado atractivas para utilizarlas solamente en la cocina, y así, durante largos años, las amas de casa alemanas exhibieron con orgullo estos recipientes como objetos de adorno, en las repisas de las chimeneas, sobre los pianos y en los antepechos de las ventanas para que los admirasen los transeúntes.En 1679, el físico y matemático anglo-francés Denis Papin (1647-1712) inventó una olla a vapor —a la que llamó digesteur— en la que el agua hervía a una temperatura más alta de lo normal, de manera que la carne y otros alimentos podían cocerse en menos tiempo que en las ollas convencionales usadas en aquellos tiempos. Presentó su invento en la «Royal Society» de Londres en el año 1681, pero la novedad no prosperó y quedó como un estudio científico más. Sin embargo este trabajo le sirvió para que fuera admitido como miembro de dicha sociedad científica. Habría que esperar hasta el siglo ** para que se hiciese realidad el invento y se fabricasen ollas a presión.

La primera patente se concedió en Francia, en 1948, cuando M. Devedjian fabricó un modelo de cocción rápida al que llamó cocotte minute. En 1952 George Laverne perfeccionó el invento con un nuevo modelo de ollas de gran capacidad (300 litros) que llevaban un sistema de cierre especial. Este modelo tuvo un gran éxito y fue adquirido por el ejército francés.


Grupo 2: Loto, Velasquez, Alcoba, Cillis, Conde

lunes, 29 de agosto de 2011

Coca-cola (Consumidor)

Lucas es un chico de 17 años que vive en Liniers. Su dia comienza a las 7 cuando se levanta para ir al colegio, con un vaso de cola “La Bichi”, que sobro de la cena. La acompaña con algunas galletas y sale de su casa. Tiene una mañana agotadora y decide tomarse un refresco antes de seguir con su rutina. Pero esta vez no consume marca “La Bichi” como en su casa. Elige comprar Coca-cola ya que está con su grupo de amigos y eso lo deja mejor posicionado frente a ellos.
Cuando sale del colegio se toma el colectivo para ir hacia el kiosco donde trabaja. La ciudad está ardiente, encandilada por el Sol que no para de recalentar el cemento. Mientras siente como una gota de sudor recorre su rostro observa desde la ventanilla un enorme cartel: Una chica hermosa con su pelo suelto bebiendo con sus parpados cerrados una Coca-cola espumante y bien fría. Tenia impresa la frase: “Destapá felicidad”. Lucas se ve muy tentado por esta publicidad, pero sabe que ya destapó su felicidad de hoy. Por lo tanto hasta mañana seguiría conformándose con una bebida similar, de segunda marca.
Al final del día llega a su casa muy cansado y un poco abrumado por el estresante viaje en hora pico que le había tocado. En eso suena el teléfono. Era Marcos que lo llamaba para salir por la noche, ya que era viernes. A eso de la una de la mañana salen con dos amigos mas por la calle Gaona.

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