AVIDEZ FATÍDICA

Anhelas fatídicamente tu destino, cueste lo que cueste. Es difícil afrontar el dolor del aislamiento, el dolor de la soledad, el dolor de la duda, el dolor de la vulnerabilidad que supone controlarse en cualquier medio. Sabes cuando se acerca esto. Lo sabes cuando recorres las calles hora tras hora. Cuando llega la inquietud, cuando te obsesiona una idea, algo que no consigues plasmar.

viernes, 17 de junio de 2011

Adaptación del cuento: Don Quijote de La Mancha (corregido)


En un departamento en la Ciudad de Buenos Aires, vivía con su familia Ana. Ella, a pesar de haber vivido siempre con su familia, muchas veces se sentía diferente. Sentía que no pertenecía a ella y
que, tal vez en alguna vida anterior, habría vivido en un bosque y crecido en la naturaleza.
Este departamento, obviamente, no tenía ningún pedacito de tierra ni pasto. Pero por la ventana de la habitación de Anita –como le decían- asomaban las hojas de un gran árbol, que se ubicaba en un terreno baldío que estaba contiguo al edificio. Ese árbol era un manzano y ella sentía que era lo único que le transmitía serenidad cuando estaba mal, y que era el único que siempre estaba presente para escucharla.
Su familia estaba siempre preocupada y mal humorada. Ella también se sentía así mientras estaba con ellos, pero cuando iba a su habitación y sentía el aire que este grandioso ser le otorgaba, su humor mejoraba repentinamente. Ella lo bautizó con el nombre de Garamond.
Anita pasaba horas junto a Garamond y disfrutaba de las deliciosas manzanas que le brindaba a cambio de su amor y su compañía. Pero las cosas cambiaron cuando Anita empezó a notar que Garamond se comportaba distinto. Sus hojas se empezaron a marchitar; las pocas manzanas que daba, eran desabridas y no tenía la misma vitalidad que antes. Anita se preocupaba cada vez más y finalmente decidió ir en busca de la cura para el árbol, al cual sólo ella podía salvarle la vida.
Una noche, mientras todos dormían, ella muy silenciosa bajó las escaleras, recogió a su gato y salió en busca del remedio, de un encantamiento que le proveyera el poder para curarlo. Fue en busca de ese mundo repleto de dulces y sabrosas manzanas llenas de magia. Cuando salió a despedirse de Garamond, se dio cuenta de que no podría hacerlo sola y se sentó bajo su manzano. Derramaba algunas lágrimas, cuando una niña muy extraña se acercó a ella. Esta niña no hablaba mucho, era muy tímida, su cabello era largo y oscuro, como la misma noche, y tenía unos mechones teñidos de rosa oscuro.
-¿Por qué lloras?- dijo la extraña niña.
-¿Quién sos vos? ¿Qué hacés acá? - le respondió Anita, muy dudosamente.
La niña le contó que siempre salía por las noches y se quedaba bajo algún árbol respirando aire puro y fresco. Entonces, Anita supo que era la persona indicada para acompañarla en esta aventura. Para esto, necesitaban primero tener un transporte para moverse, un guía y llamarse con nombres acordes a sus fantasías. Por eso, subieron a la bicicleta de Silvina –así se llamaba la extraña niña- y, siguiendo los instintos de “Kinino”, el gato,  emprendieron viaje. Anita se puso el nombre “Hanna- Manzana de Luzuriaga” y apodó a Silvina como “Sil-Pink”, por sus mechones color rosa.
Hanna-Manzana  tenía que salvar el árbol viejo para que volviera a dar manzanas y para eso debía ser nombrada doncella de la naturaleza. Así conseguiría los poderes necesarios para brindarle a “Garamond”.

Primera aventura: De cómo la nombran doncella.
Luego de arduas horas pedaleando, ya amanecía cuando encontraron el castillo de los encantamientos. En realidad era una simple verdulería, pero ellas estaban seguras de que era el lugar tan buscado y que allí tendrían la pócima. Hablaron con el vendedor y le contaron su problema. Necesitaban su ayuda para salvar a Garamond. El verdulero se dio cuenta en seguida de que las muchachas no estaban cuerdas y alucinaban. Le pareció un tanto divertida la situación y, ya que a él no le afectaba y estaba aburrido, les siguió el juego. Mezcló perejil, jugo de pepino y cáscara de melón picada y se la hizo beber a Hanna diciendo unas palabras con sonido extraño, que lo hacían aparentar ser un hombre importante y sabio. Ella tuvo una sensación en su estomago y cabeza  que le anunciaron que ya estaba convertida en una doncella de la naturaleza.

Segunda aventura: Su amado.
Ahora que ya era una princesa bautizada, necesitaba enamorarse de un apuesto príncipe para sentirse realmente como tal. 
En el camino de vuelta hacia su barrio, un joven le llamó la atención. Él trabajaba vendiendo flores en los semáforos, lo hacía porque era su forma de sobrevivir. Llevaba una vestimenta muy rotosa y su pelo estaba lleno de mechones de pelo enredado. Pero a Hanna le pareció muy caballero y su atención quedó puesta en él tan intensamente que se detuvieron para observarlo. Había encontrado su amor a primera vista. Nunca pudo saber su verdadero nombre porque él  continuó caminando y lo perdió de vista. Sin embargo, le inventó un nombre ella: “Rosauro del Torreón”.

 Tercera aventura: Las frutas maléficas.
Siguieron su recorrido y Hanna, a lo lejos, vio una luz que la llamaba. A medida que se acercaba, veía que era cada vez más poderosa y ya no era solo una, sino que ¡eran tres! Eran las frutas maléficas: “La Manzana del Diablo”, “El Limón Venganza” y “La Sandía Sangría” (J). Estaban furiosas porque les habían quitado parte de su poder para dárselo a una persona humana. Sil-Pink no sabía cómo explicarle que sólo era un semáforo para organizar el tránsito y que no le haría daño, porque Hanna estaba tan segura de que estaban intentando hipnotizarla y así engañarla para que les devolviera el poder de la poción, que colocó sobre sus ojos un cristal que llevaba de adorno la bicicleta de Sil, emulando unos anteojos, y fue corriendo hacia aquellas frutas brillantes. Sil intentó frenarla y la siguió, pero fue en vano. Cuando llegó a alcanzarla, ella ya estaba trepada en el caño que las sostenía, lista para el ataque. Un corto instante alcanzó para que Hanna cayera al suelo tras una patada eléctrica. Por suerte no fue grave y siguió con vida.
-          ¿Viste que yo tenía razón? – dijo decepcionada Sil.
-          ¡Eran ellas! Esas frutas toman formas de objetos y me van a perseguir hasta lograr su objetivo, pero no me importa lo que pase, antes yo voy a cumplir con mi objetivo de salvar a mi querido árbol, Garamond.- le contestó ella.
Como pudieron, subieron otra vez a la bicicleta y volvieron a la casa de Hanna.
Estaba lista, con sus poderes mágicos, para sanar a Garamond. Pero cuando estaba acercándose, vio que ya estaba florecido nuevamente. Sil-pink recordó que estaba comenzando la primavera. Desde ese día vivieron juntos y felices, hasta el otoño.

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